“No sé cómo arreglarlo,” el hombre mayor dice, exasperado. No tiene mucho pelo, pero lo que tiene es blanco-gris, y lleva un bigote. El hombre frente él tiene mi edad, pienso, con pelo rubio y un bigote.
Tomo otro trago de mi agua de coco, y trato de concentrar mis ojos en mi libro. Pero sigo escuchando sin querer. Están teniendo esta conversación en un café público, después de todo.
“Tengo 60 años y cuando me hieres los sentimientos, es difícil decirte que me los estás hiriendo.”
La conversación cambia dirección, a la mamá del hombre mayor, que él nunca podía decirle cuando le hería los sentimientos.
“Pero no tiene que ser así con nosotros,” el hombre menor dice. “Sé que te pido mucho, pero si puedes tratar de decirme cómo te sientes en el momento, no tendríamos estas peleas en las que discutimos de todo lo que pasó en una semana.”
El hombre mayor se queda en silencio.
Están en una relación. Tal vez están a punto de romperlo.
Sigo intentando leer.
Después de unos minutos, el hombre mayor pregunta: “¿Qué vas a hacer?”
El otro: “Estoy mirando fotos de mariposas. Déjame saber cual te gusta. Si lo vamos a hacer, me gustan todas que no tienen muchas partes negras.”
Se quedan unos momentos más antes de irse. Supongo que es normal discutir con tu pareja y recibir el mismo tatuaje que tu pareja en el mismo día.

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