Esta mañana me levanté y leí el post de Ana.
“Right! It’s multi-lit Friday,” pensé. Se me había olvidado.
Leyendo sus palabras, me di cuenta de la importancia que tiene el español en mi vida. Aún cometo errores, normalmente con el uso de ser y estar o con el masculino y femenino. Pero de todos modos, sé que soy bilingüe y que el español es una parte importante de mi vida.
Comencé a estudiar español en 6to grado, cuando tenía once años. En la escuela intermedia, solo aprendí vocabulario y cómo conjugar los verbos. Tenía miedo de hablar — cuando traté de hablar, los otros niños que hablaban español en sus casas se reirían de mí. No fue una situación cómoda ni segura para poder aprender.
Fue igual en la secundaria. Tomé AP Spanish, pero justo pasé la clase. Creo que saqué la nota más baja de mi vida en esa clase el primer semestre.
Cuando llegué a la universidad, había decidido estudiar en España, entonces tomé una clase con una profesora de Barcelona. Fue allí donde me sentí suficientemente segura para poder probar a hablar. Luego, un semestre en Barcelona con una mamá española, cada cena una conversación. Y, claro, mis dos años en Madrid, construyendo amistades y relaciones en español, haciendo los quehaceres (abriendo una cuenta bancaria, yendo al supermercado, etcétera) en español, me subió al nivel al que estoy ahora.
Al volver a Nueva York, trabajé como maestra bilingüe por cinco años. Hice más amistades, ahora con gente bilingüe. Personas con quienes intercambiaba entre el español y el inglés fluidamente.
Es así acá en Miami. Una mezcla de los dos idiomas al diario. Saludo al valet cada mañana en español, a mi conductor del Uber en español, a las chicas de la limpieza en el cole. La mayoría de mis estudiantes hablan español, y muchas veces entre ellos cambian al español con tanta facilidad, aunque enseñamos en inglés. Con mis amigas y compañeros del trabajo, es igual. Me doy cuenta de todo lo que perdería (aquí, en mi vida, mis amigas) sin el español. Ya forma parte de mi ser, parte de mi repertorio lingüístico.
Me imagino un squiggle, haciendo el baile del Spanglish, sprinkled con risas. Ese es el sonido de Miami para mí. Ese es el ritmo de mi mente.





